domingo, 27 de diciembre de 2009

Poesía buscada

¡Por tanto tiempo te busqué!
¡Con tanto deseo te amaba!
Te encontré, poesía desnuda... Fuiste agua para el escritor abatido...
Agua del oasis que crece en mitad del desierto...
De algún modo, mis manos pueden darte forma informe... Y ¡tanto tiempo lo deseé!
No sabía qué eras, pero te buscaba.
Ignoraba cómo eras, pero te anhelé incluso con ansia...
La Providencia había imbuido el corazón de esperanza de ti...
Y ahora que te tengo... te malgasto... te arrincono...
Si acaso, eres lo único mío que hay en mi escritura... lo único que yo, como yo, puedo darle al mundo...
Y tan mal te trato...
Pero, ¡poesía desnuda!, has crecido sin que te regara...
Has madurado sin que te diera el sol...
Has sobrevivido a mí.
¡Quién podrá, de ahora en adelante, hacerte desaparecer!
Eres más fuerte que yo...
En realidad, fuiste tú quien me llamó... y por eso te busqué.
Ni siquiera sabía que me llamabas, pero fui llamado y acudí... ignorando que acudía.
Y te amé, sin saber que existías.
¡Crece, poesía desnuda, crece!
¡Crece en mí, crece en el mundo!
Cambiarás el concepto del arte, derribarás las censuras del demonio, arrebatarás al artista, infame secuestrador, sus supuestos derechos y devolverás al pueblo empobrecido lo que es del pueblo: la poesía.
Y todo, aunque yo te sea infiel y te maltrate...
Por eso te admiro, poesía desnuda, pues sé que aunque te entierren cien años imbuirás corazones que te busquen y volverás a iluminarlos...

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