viernes, 11 de diciembre de 2009

Alma de la noche oscura

Cuando se ha visto lo más hermoso del mundo... ¿se puede seguir viviendo sin volver a verlo?
Podemos más cosas de las que creemos... ¡Pero qué inmenso dolor surge del alma!
¡Y que digan los idiotas que se disfrazan de científicos que el alma no existe! Quizá nunca les dolió... quizá nunca tuvieron alma.
Pero que yo sepa, los verdaderos científicos son los hombres apasionados con la vida y el cosmos. ¿No es amar la misma cosa que conocer?
¡Ay, los ignaros que quieren presumir de sabios, que se ponen bata y afirman con rotundidad las más solemnes tonterías en nombre de una ciencia que en realidad no es ciencia, sino sólo un amasijo de retorcidas teorías improbables en todos los aspectos...! Esos quizá mataron su propia alma, para luego decir que el alma no existe, que sólo somos átomos, lechugas desordenadas, o perros sazonados con otra disposición atómica. ¡Y no dudo que seáis eso, vosotros que lo afirmáis!
Pero yo siento un dolor en el pecho y el pecho no me duele. Miro por la ventana, veo que ha anochecido y compruebo que la noche es oscura. No como vosotros lo entendéis. La oscuridad de la noche que contemplo es una oscuridad terrible. Es la oscuridad fría y tenebrosa de los corazones aislados. Y vosotros no lo entendéis. Es la oscuridad que supone haber visto lo más hermoso del mundo... y no poder volver a verlo. Pero vosotros ¿qué podríais saber, si sólo sois una disposición casual en el ordenamiento de los electrones, protones y neutrones? Si conocierais lo bello y sublime de este mundo, sabríais que tenéis alma. Pero no lo conocéis y esa es vuestra maldición.

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