viernes, 9 de julio de 2010

Pensando en corazones puros

Corazones de carne. Corazones puros…
¿Por qué lo habremos olvidado?
Ser como un niño, aun pensando como un hombre, ser como un niño…
Que los corazones corruptos buscan artes vacuas, filosofías galindas, teoremas complejos… para tratar de entender el mundo.
Que los corazones puros simple y llanamente entienden.
¡Que no necesitan de palabras fastuosas, de teoremas, ni de nombres extranjeros… para llamar al hambre, hambre; a la sed, sed; a la Verdad, Verdad; y a la mentira…! A la mentira la odian con dolor.
Miramos a las estrellas tratando de comprender lo lejano, estando ciegos con lo cercano… y creemos que eso es alzar la vista al cielo.
El corazón puro siente dolor… ¡Ya no queremos corazón puro!
Queremos sentir con la cabeza, queremos sentimientos.
No queremos sentir con el corazón, rechazamos la emoción.
El corazón puro ama con pureza. No le valen los cuentos que hoy se hacen pasar por verdades (sí, verdades ¡en plural!, lo que ya dice de su falacia).
El corazón puro no se pone excusas, no se miente, no se engaña…
El corazón puro siente dolor…
El corazón puro es siempre joven. No quiere madurar. No, si madurar implica renunciar al Ideal, a la Justicia, a la Verdad.
El corazón puro ilumina la noche, se ríe de los chistes fáciles de los amigos, disfruta de los cuentos sencillos y sonríe… sí, el corazón puro sonríe… sonríe con pasión.

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