miércoles, 19 de agosto de 2009

Capítulo III: Llega Luz Oscura

Toda nave interplanetaria tiene unas rutas prefijadas que le sirven para recorrer la mayor parte del trayecto de forma automática a velocidades superiores a las de la luz. Lo único que se puede hacer a dicha velocidad es reprogramar la ruta, pero no se puede pilotar manualmente, ya que eso no es humanamente alcanzable. Se pueden añadir o borrar rutas desde los llamados faros-E, que son torretas por fuera y ordenadores por dentro, situadas casi siempre en algún lugar de algún espaciopuerto. Es fundamental la existencia de los espaciopuertos para la navegación interplanetaria e interestelar. A través de los faros-E guían a muchas naves en su despegue y aterrizaje, pero, sobre todo, gestionan las rutas hiperlumínicas.
Los faros-E son una bendición para las diversas policías y cuerpos de represión legal de los diferentes gobiernos y estados de la Galaxia. Con ellos pueden impedir, en gran medida, la fuga de naves, controlar su entrada... hacer, en definitiva, exhaustivos controles fronterizos sin que apenas lo noten los turistas, comerciantes, inmigrantes y peregrinos legales.
Por supuesto, la piratería informática es el gran enemigo de estos sistemas, aunque nadie se atreve a desafiar a un faro-E, ya que hacerlo puede suponer acabar tus días en el interior de un sol o una luna o, lo que es más probable y quizá peor que una muerte rápida: perderse en los confines del Universo encerrado en una máquina que volará indefinidamente por toda la eternidad...
Normalmente, los asaltos informáticos al software de los faros-E suelen estar destinados a liberar a los vehículos de su control, siempre bajo condiciones de velocidad sublumínica. En tales condiciones, las espacionaves se comportan como enormes vehículos de automoción planetarios, sólo que son más rápidas y más grandes, lo que les obliga a limitarse a volar por encima de la atmósfera o en la estratosfera, ya que la ionosfera puede producir daños muy graves si no se atraviesa con prontitud, y penetrar en la troposfera tiene el peligro de que tales máquinas no están preparadas para moverse sobre la superficie planetaria, con la gravedad, la presión atmosférica... y todo lo que esto conlleva.
Sin embargo, las patrulleras fronterizas de la policía suelen estar equipadas de tal manera que pueden atravesar la ionosfera con relativa facilidad dado que los fugitivos suelen intentar escapar pasando del espacio exterior a la estratosfera; incluso los hay, como aquella vez en Audr, que descienden hasta la troposfera de forma temeraria. Pero la cacería de Audr era especial ya que se suponía que el piloto de la nave fugitiva era un nargrs y estos absurdos guerreros siempre fueron temerarios.
Tres vehículos de la policía fronteriza seguían la espacionave cuando, una vez ésta penetró en la troposfera, se les unieron otros tres aerodeslizadores: había que impedir que aterrizara como fuera. Si la criatura tomaba tierra, su captura sería mucho más difícil.
-Ya tenemos los datos del fugitivo... ¡Un momento! – decía el copiloto del comandante, máximo responsable de la misión. – Es una mujer... No sabía que los nargrs pudieran ser mujeres...
El comandante miró de reojo. Lo que le pareció ver no le gustó nada.
-Es Luz... la Dirucks...
El comandante era uno de los pocos policías que se había especializado en nargrs. Tenía una base de datos con todo que había podido recopilar acerca de ellos en los quince últimos años.
-Nombre... – contestó el compañero... – Luz. Sí. No hay apellidos, no hay seudónimos... Luz, sin más.
-Esa información es incompleta. Su nombre no es Luz. Nadie sabe como se llama. Se la conoce como Luz... Luz Oscura, o Luz Negra... ¡Maldita sea! Algo no encaja...
-La endemoniada conduce como si...
-Es demasiado peligrosa y hay algo que no encaja... – El comandante activó el intercomunicador. - ¡Los fronterizos nos retiramos!
-De acuerdo, seguiremos la persecución los terrestres.
La escuadrilla fronteriza regresó al espaciopuerto, donde tenía su comisaría.
***
Tras atravesar varios despachos con paso firme, el comandante entró en la sala del director con cara de disgusto. Este se hallaba reunido con un par de oficiales.
-¿Qué ocurre, Erik?
-¡Es Luz, la Dirucks!
-¿Quién, de qué me hablas?
-No se haga el loco... ¿Cómo supo que en la Orión Ferrer viajaba una criatura nargrs?
-Por favor, compañeros... – dijo el director a los oficiales. – Continuaremos en unos minutos, tómense un descanso, por favor.
Según salieron los otros y cerraron la puerta, el director se levantó de su asiento y miró a los ojos de Erik.
-¡Qué estás insinuando! Esa información era confidencial... ni siquiera tus hombres debían saber...
-¡Que qué estoy insinuando? Nos enfrentamos a uno de los nargrs más famosos de la galaxia. Sé que Luz no está aquí por casualidad. Ha venido por algo...
-¡Qué sabrás tú de Luz?
-He estudiado durante gran parte de mi vida a los nargrs. Ninguno es tan terrible como ella...
-¿Sabes que los romicks son más fuertes que las dirucks?
-Lo sé...
-Tienes razón, es Luz la Dirucks...bastante famosa entre los nargrs. Pero eso no significa que sea la más poderosa, ni la más terrible, ni que su estancia aquí tenga que ver con un complot estatal... Simplemente ocurre que tuvo un par de aventuras que le dieron fama. Nada más. Por lo demás es un nargrs normal y... en lo concerniente a nosotros, una inmigrante ilegal.
-Yo... Usted... – Erik estaba seguro de que el director le mentía. Nadie que conociera lo suficiente acerca de los nargrs como para saber de la existencia de una tal Luz, podía decir que esta mujer fuera como las demás de su especie. Iba a acusarle de mentiroso, pero era mejor guardar las cartas. – Tiene razón, quizá he exagerado... Quizá el hecho de que uno de esos seres que tanta curiosidad me producen... que sea precisamente Luz Oscura... Quizá me he excedido.
-Claro que se ha excedido.
-Me he dejado llevar por la emoción. He perdido el control. Algo indigno de mi rango.
-No te tortures Erik. Todos cometemos errores, somos humanos... bueno, todos menos los nargrs... – el director adulzó la voz al pronunciar esto último.
-Discúlpeme.
Tras la puerta esperaban los tres oficiales, que entraron según Erik abandonó el despacho. El director les acogió con una sonrisa.
-Como iba diciendo, señores, tenemos la oportunidad de hacernos con El Bastón...
-He oído algo de Luz Oscura – dijo el oficial más alto.
-Sí. Es cierto... Luz Oscura está siendo perseguida, en estos momentos, por la policía local. El Bastón... Élgrabas... siempre está cerca de ella.... ¿No es una gran noticia tenerla aquí?
-¿Quién te ha informado de tal cosa?
-El otro día capturamos a un cazarrecompensas, que traía armamento en sus maletas. El infeliz había oído hablar de Luz y creyó que podría capturarla. Nos contó cuándo y en qué tipo de vehículo vendría...
-Juanito – volvió a intervenir el más alto de los oficiales, - la hermandad estará contenta con la noticia. Si capturamos el Bastón...
-No será fácil... Sólo somos gonacks y Luz es... no es una dirucks, es algo más – dijo el que se situaba a la izquierda.
Juanito se levantó y le dio dos bofetadas.
-Somos nargrs. ¡Nargrs! Y, además, la hermandad tiene a gente influyente en todas las esferas de este planeta... ¡Si vosotros ni siquiera formáis parte del cuerpo de policía y os hacéis pasar por oficiales con total impunidad! Luz puede ser muy poderosa, pero está sola y el terreno es nuestro terreno.
-Sí. Seamos optimistas. Por cierto: ¿qué hacemos con su subordinado, ese que conoce a los nargrs?
-Dejadle. Es un buen policía y, por más que hable, nadie le creerá. Los nargrs somos un mito... ¿recordáis? Somos considerados vampiros, o muertos vivientes, o cosas por el estilo... Nadie le escuchará. – Una sonrisa se esbozó. - ¿Acaso no es la mayor victoria del diablo conseguir que la gente crea que no existe?
***
Erik no quitaba oído de la radio. Su corazón estaba dividido. Por un lado, como policía, quería que Luz fuera atrapada. Pero, como apasionado del mundo de los nargrs, también deseaba que Luz escapara. Si era atrapada se le caería la leyenda. La gran Luz Negra dejaría de ser tan grande.
El ayudante de Erik entró bebiendo sorbos de un vasillo humeante.
-Comandante, ¿de verdad cree que la fugitivo era un nargrs?
-La forma de pilotar no era humana... Además, a su paso la esencia de las cosas... ¿No notaste como si conturbase el Universo a su paso?
-No sé de qué me está hablando...
-Es relativamente sencillo presentir a un nargrs, cuando este utiliza sus poderes... Sólo hay que entrenar. Yo pasé un tiempo con los Caballeros del Control...
-¿Quienes?
Erik le miró con una sonrisa. ¿Cómo explicar lo que eran los Caballeros del Control, sin que el otro pensara que le había absorbido el cerebro una secta? Bastante raro le parecía aquello de los nargrs, como para encima hablarle de una orden religiosa cuyo propósito es el control de la magia que flota en el Universo.
-¿No me vas a decir quienes son? – insistió el otro. Por suerte para Erik, la radio dio la noticia y él pudo cambiar de tema.
“No hemos podido. Hemos perdido al fugitivo. Finalizamos la persecución negativamente. Regresamos a comisaría.”
-Ryonusuke, tenemos trabajo. ¡En marcha! – dijo incorporándose enérgicamente.
***
Ryonusuke bebía inquieto. Estaba sentado a la barra del bar más cutre y sucio en el que había estando nunca. Mantuvo el líquido en la boca hasta que reunió el valor suficiente de tragarlo. Erik regresó contento. Con un enérgico golpe en el hombro y un mohín, lo dijo todo: “He encontrado algo importante, nos vamos”.
Ryonusuke se limpió con un pañuelo que siempre llevaba consigo mientras salían.
-¿De qué conoces estos lugares, Erik?
-Veinte años trabajando en la calle y muchas horas diarias buscando lo verdadero del mito de los nargrs...
El comandante estiró el brazo enérgicamente y tiró del compañero, escondiéndose ambos tras una esquina:
-Me ha parecido ver... – asomó la cabeza para cerciorarse... – sí… son los amigos del director... ¿Qué demonios hacen aquí...? Ryo, cada vez estoy más convencido de que hay algo podrido en esta ciudad... y, nos guste o no, el señorito Juanillo está metido en lo que sea.
-Quizá sólo estén buscando... No sé... Cualquier cosa. Igual que tú vienes aquí, han venido ellos...
-Precisamente. Yo vengo aquí buscando nargrs... ¿igual que ellos?
Estuvieron esperando, agazapados, durante más de media hora.
-Y ¿qué era lo que habías encontrado, Erik?
-Sé dónde se pueden tener guardado a Élgrabas...
-¿El qué?
-El Bastón... – Erik sonreía. – No me puedo creer que estemos tan cerca de Luz, de Élgrabas, y puede que...
Un alboroto le hizo callar. Había gente que corría desesperada pidiendo auxilio.
-Menos mal que no llevamos el uniforme, ¿eh? – afirmó el comandante jocundo.
-No me parece gracioso. Puede que esa gente necesite ayuda... Deberíamos...
-Quieto. Déjales correr. Cuanto más lejos estén, mejor.
***
En el interior de una torre, una mujer vestida de negro bajaba por las escaleras. La perseguían seis hombres armados con metralletas y rifles. Había uno, gordo y viejo, que iba el último. Era el que más despacio bajaba. Estaba asfixiado. Para tomarse un respiro, se detuvo.
-¡Disparadla, maldita sea, disparadla! – gritó cuando el aliento le dejó.
Sonaron los chasquidos de los seguros de las armas pero, antes de que tronase ningún disparo, varios hombres gritaron. Hubo un par de ruidos más, como de metal golpeando metal. Todo transcurrió muy rápido. En escasos segundos sobrevino el silencio más absoluto.
El hombre gordo y viejo tragó saliva. Ahora se escuchaban unos pasos. Alguien se acercaba por la escalera. Se trataba de la mujer vestida de negro. En su rostro se veía la indignación. Cogió al hombre, que no ofreció resistencia, del pescuezo.
-Soy Luz Negra. ¿Sabes que el negro es la ausencia de luz?
El otro respondió moviendo torpemente la cabeza.
-¿Sabes lo que significa Luz Negra? Yo soy la Oscura Tiniebla. Quien me busca, me encuentra. Hoy me han encontrado tus amigos. Dile a tus jefes que, si me siguen buscando, también a ellos les llegará la Oscura Tiniebla.
Luego, a un movimiento de su mano, una puerta cercana se abrió y una cuerda gruesa fue hasta ella. Luz creó una flecha y le ató la cuerda a un extremo. Seguidamente creó un arco y disparó a través de la ventana (la cual estalló en mil pedazos) que había al fondo del pasillo, sin soltar el extremo de la soga. Corrió hacia la ventana, para tomar impulso, y saltó.
***
-¡La he visto! – exclamó Erik. – Ha saltado de un edificio a otro colgada de una especie de liana...
-¿Vamos tras ella?
-No. Espera... Una vez, investigando sobre Luz, oí un rumor... casi nadie le da credibilidad, pero... Si es cierto, dentro de poco saldrá un hombre por aquella puerta, con una caja oblonga en brazos... y el Universo se conmoverá a su paso.
***
En una especie de sala donde confluían las catacumbas, un grupo de personas dialogaban, sentadas en el suelo, haciendo un círculo. Eran una veintena. Entre ellas, Luz Oscura negaba con gesto de preocupación.
-Tengo ya una edad en la que empiezo a ser más lenta, menos ágil... tanto física como mentalmente. Por ahora, el factor sorpresa y la experiencia me sirven para compensarlo. Pero llegará un día en que no sea así. Para ser la próxima Luz Oscura hacen falta diez años de entrenamiento... Me gustaría haberla encontrado aquí, pero... Vosotras – dijo señalando a las mujeres, - no puedo... No lo veo claro. En este planeta... Hay una mafia muy poderosa aquí. Son buscadores. No puedo dejar a Élgrabas en nargrs de Audr. Demasiadas tentaciones, demasiado riesgo... Creo que Sacr y yo nos iremos esta... ¡Un momento! Alguien ha entrado... Puedo sentir a dos humanos buscando por los pasillos...
-Nosotros no sentimos nada – replicó uno de los hombres.
Luz y un hombre se lanzaron a los pasillos sin más preámbulos. No tardaron en encontrar a Erik y su ayudante, por un pasadizo muy estrecho. En unas décimas de segundo, Luz y el otro habían ocupado sendas direcciones.
-¿Quiénes sois y quién os envía? – preguntó la dirucks.
-Sólo... Yo soy Erik, él es mi subordinado, sólo me obedece...
-Simples humanos – bufó Luz con desprecio. – ¿Quién os envía?
-Es cierto... La creencia es falsa... – murmuraba Erik, ignorando el peligro. – Sacrificio no ha muerto... Tú eres Sacrificio... – le decía al enemigo varón.
-Tú no riges bien – respondió él.
-Si no nos decís quién os envía, moriréis aquí mismo...
-¡Alto! – gritó una voz al fondo. – Yo conozco a esos hombres...
Un muchacho delgado y bajo posó la mano en el hombro de Luz.
-Son amigos, yo los conozco... Trabajan en mi comisaría.
Pero Erik no sabía quién era el otro. Más tarde, reunidos nuevamente en la sala, el joven explicó de qué les conocía.
-Veréis, el control de fronteras es muy estricto. Los Guardianes del Bastón necesitamos movernos constantemente de un planeta a otro. Sobre todo Luz y Sacrificio... Los demás solemos preparar su llegada. Hace dos años me introduje en la comisaría del espaciopuerto. Tuve que enterarme de todo y de todos. La identidad de Juanillo, por ejemplo, un gonacks perteneciente a la mafia de buscadores del Bastón de Audr... También te estudié a ti, Erik, sin que te llegaras a dar cuenta. Me desconcertaba que buscases nargrs... Te teníamos controlado. Más o menos... Hasta que descubrimos que eras inofensivo para nosotros. Sólo un curioso...
-¿No temíais que os descubriera? A la comunidad de guardianes, quiero decir...
-Jamás habrías podido hacerlo, si no llega a ser por la venida de Luz. Pero su llegada ha sido demasiado accidentada... Luz Oscura, podemos... podríamos... Erik, ¿te gustaría ayudar a la comunidad de guardianes? Luz, ¿verdad que podría?
La mujer se encogió de hombros. Erik miraba a todas partes intentando decir algo, hasta lograrlo:
-Es... es un honor... yo, yo...
-Bueno, ya sabemos que uno no es peligroso, que incluso puede ayudarnos... Pero, ¿el otro? – preguntó meditabundo Sacrificio.
-Ryo no dirá nada. Pongo la mano en el fuego por él.
-Y si me atreviera... ¿qué podría decir? Es cierto que quizá os dañase, pero mis amigos me tomarían por loco.
***
Erik miraba las estrellas en la terraza de un edificio. En sus manos tenía un diminuto disco. “Información detallada sobre los buscadores de Audr...”, pensó para sí al alzarlo frente a los ojos. “Yo añadiré todo lo que pueda encontrar sobre ellos, al fin y al cabo soy policía.” Miró la hora. “En estos momentos Luz estará saliendo de aquí, quizá para siempre... Quizá sea uno de esos haces lumínicos que salen del espaciopuerto, viajando a través del Universo...”
Contemplando el firmamento recordó lo que le habían dicho de Élgrabas.
-Los guardianes del bastón creemos que el Bastón no debe desaparecer jamás. Hay algo que nos hace creer que restaurará la paz y la justicia en el Universo. Un día en que la fraternidad sea universal. Nosotros mantenemos viva esa posibilidad... Es cierto que en las manos inadecuadas... Es decir, en manos de todo aquel que quiera usar su inconmensurable poder (aunque al principio quiera usarlo con fines nobles), puede causar mucho, muchísimo dolor. Los guardianes jamás lo hemos utilizado, aunque eso nos ha costado vidas. Pero hay algo... Tu mente humana no podría llegar a alcanzar a comprender jamás qué es realmente Élgrabas...
Erik se tumbó en el suelo, sin dejar de mirar el cielo.
-Allá arriba... ¡Qué pequeño es el hombre! Y aquí... Qué paz hay aquí, a pesar de todo... Qué hermosas son las estrellas.

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