Tras veinticinco años de lucha armada, algo había cambiado. Aún goteaba la sangre de los vencidos en los filos metálicos de las armas que sostenía. Desaparecieron estas, Sacrificio XII se dejó caer al ensangrentado piso de pizarra, lloró amargamente. Luz Oscura IX se le acercó y acarició su cabeza. Ella era muy joven para la tarea que le había sido asignada, tenía sólo veintiún años. Él superaba los cuarenta. Había combatido con la anterior Luz Oscura veintitrés largos años. Con la nueva llevaba dos. Pero esta muchacha no podría nunca sustituir a la anterior en su corazón.
-Siento un agujero negro. Ya lo sentí hace unos meses cuando combatimos en Okto. Esta vez era más grande y ahora... no se ha ido – dijo a la joven. – Tenemos que buscar a un hombre honrado.
Luz le miró con tristeza. Se arrodilló a su lado y le tomó del brazo.
-Levanta. ¡Levanta! ¡Tenemos que seguir! ¡No puedes dejarme ahora, aún eres mi maestro!
-Tus instructoras te entrenaron bien. Yo sólo te di algunos consejos. Un romicks no puede enseñar a una dirucks. Nosotros sólo tenemos fuerza, energía. Actuamos por instinto. No soy tu maestro.
Sacrificio XII se puso en pie, se enjugó las lágrimas y miró al cielo estrellado.
-Debemos encaminarnos al planeta Ozono. Entre los Caballeros del Control de aquel planeta se encuentra un joven que heredará mi sangre.
***
Una antiquísima atalaya en la nevada cima de la montaña más alta, habitada por un grupo extraño de hombres, que trajinan silenciosamente. Unos labran la tierra. Otros reparan las cañerías para que el agua siga fluyendo en los grifos de la torre, o ejercen la carpintería y demás oficios ya extintos. Otros meditan, sentados en la misma capa de nieve, con viejos hábitos como única protección frente al frío.
Sacrificio subió hasta la cima con suma facilidad, no sólo por su fuerza de romicks: también conocía el camino. Sin apenas dar muestras de fatiga le seguía la joven dirucks, con una caja oblonga entre las manos. El recibimiento fue gélido. Casi hostil. La mayoría de los habitantes apenas apartaron la vista de sus silentes quehaceres. Sólo uno de ellos se mostró jovial y alegre: el más anciano de todos.
-¡Samuel, cuánto tiempo! – dijo saliendo del interior de la torre, con los brazos extendidos hacia los recién llegados. Al poco se fijó en la acompañante, justo cuando llegaba a la altura de su amigo. El talante alegre trocó en grave. – Una nueva Luz... Eso significa...
-Sí, anciano. Hace dos años fue relevada. Había envejecido, ya no era tan rápida.
-Pero tú...
-El nombre de Sacrifico no fue otorgado al azar. Nosotros no podemos jubilarnos.
El viejo se arrimó queriéndole consolar con unas palmaditas en el hombro, pero al tocarle sintió la negrura y retrocedió unos pasos, asustado.
-Así es, anciano. Veo que ya sabes por qué estoy aquí.
-Nunca había sentido la oscuridad de un romicks a punto de estallar. ¡Es tan horrendo!
-Pero he de seguir, Sacrificio me llamaron y así ha de ser. Vengo a llevarme a ese aprendiz tuyo del que tanto he oído hablar.
-Antes habrás de pedírselo. Él debe estar dispuesto a aceptar un destino como el tuyo: Él será el siguiente.
***
-Apenas tengo dieciocho años – dijo el joven caballero. - ¿No os estaréis equivocando?
Un muchacho de pelo y ojos grises, de rostro desapasionado, parecía ser el elegido.
-No.
-Cuando entré en la orden prometí que mi vida sería un servicio. Pero no sé si podré asumir tanta responsabilidad.
-Te vi en sueños – dijo Luz Oscura.
-Entonces eso lo confirma. Élgrabas me ha elegido.
El muchacho miró al suelo durante largo rato. Se encontraban en una celda pequeña y mal alumbrada por un haz de luz que se colaba a través del ventanuco. Era su dormitorio. Apenas había una cama y un armario enjuto. Todos aguardaron.
-Aceptaré lo que se me pida.
***
La explosión abrió un boquete en la bodega de carga de babor, cerca de la popa. La nave se desestabilizó. Luz Oscura, a los mandos, intentaba controlarla. No podía permitir que la despresurización afectara más allá de la propia bodega, al tiempo que estaba obligada a mantener la máquina alejada de la atmósfera del planeta Ozono.
-Se ve que nos han seguido – comentó Sacrificio. – Quédate aquí – le dijo, volviéndose, al joven. – Ayuda a Luz a mantener el control de la nave.
-Muchacho – replicó ella, - te vas a quedar sólo.
-¿Muchacho? – murmuró el joven. “Tú también eres una muchacha”, pensó sin atreverse a hablar.
-La nave hostil se ha acercado, quiero comprobar que no nos estén abordando. Luz, no te necesito. El muchacho sí.
-Puedo manejarme solo – contestó él, mirando de reojo la caja oblonga tendida en el suelo bajo la guantera.
-Perfecto. Voy contigo, Sacr.
-Pero, si hay que luchar, puede que estalle...
-Precisamente. No puedo dejarte sólo – afirmó la joven.
Unos golpes metálicos provenientes del otro lado del pasillo, tras la puerta de la cabina, confirmaron las sospechas.
-Están aquí. Luz, has sido una buena defensora de Élgrabas, pero no te confíes los próximos años. Habrá momentos difíciles.
-Maestro...
-No soy tu maestro.
-Eres más que eso. Mi dolor fue conocerte cuando tu corazón ya pertenecía...
-¡Olvídalo! No hay tiempo.
Abrieron la compuerta y salieron. Recorrieron los diez metros de pasillo que llevaban hasta la sala de descanso y encontraron a tres rivales. Habían cometido el error de no mirar el cuarto de limpieza, que se encontraba junto a la cabina de pilotaje. Habían pasado de largo, dando por supuesto que nadie se escondería allí.
-Nos encontramos en la sala, acaban de llegar Luz y Sacrificio – informó a un jefe remoto uno de los asaltantes, que hablaba a un minúsculo micrófono pegado a la comisura de los labios. Todos los invasores calzaban la misma vestimenta.
Luz creó un arco y disparó varias flechas, obligando a los enemigos a moverse para esquivarlos, tras lo cual la disposición quedó como sigue: La sala era circular, con una entrada en un extremo y otra en el lado opuesto. Junto a la primera estaban la dirucks y Sacrificio. En la segunda había un invasor. Otro se había desplazado hacia la parte de la derecha y el último hacia la de la izquierda. En medio de la sala había una mesa circundada por un sofá con forma de “C”.
-Es rápida. Nos ha cogido desprevenidos, pero hemos podido esquivarla – informaba el de la izquierda.
-Dile a tu jefe que no por mucho tiempo – amenazó la mujer y se puso a lanzar dagas a dos manos, logrando mantener a raya a los tres oponentes que, cuando no esquivaban, tenían que interponer escudos y se veían empujados fuertemente al impactar los proyectiles.
Los defensores fueron como un ciclón para los invasores. Según estos últimos alzaban la vista tras repeler el ataque de Luz, se encontraban las manos y armas de Sacrificio. Cinco segundos más tarde nadie luchaba, en una sala con las paredes tintadas de sangre.
Mas no todo era tan sencillo: Al tiempo, el asaltante que se había escondido en el cuarto de limpieza había entrado en la cabina, encontrando al heredero abrazado a la caja oblonga de Élgrabas.
-Hay un joven humano aferrándose a Élgrabas. Debe ser el próximo Sacrifico. Voy a matar dos pájaros de un tiro – avisó el enemigo. – Dame eso, chaval.
-No.
-Te costará la vida no dármelo.
-Lo sé.
-He matado al joven atravesándole el corazón. Voy a recoger a Élgrabas...
También en la otra estancia se complicaban las cosas. Al parecer, había un quinto enemigo escondido, que no se había atrevido a entrar en la sala donde sus compañeros habían muerto. Los otros no le habían visto. Estaban demasiado concentrados en lo que le sucedía a Sacrificio. Se estaba volviendo más y más poderoso. Él miró preocupado a Luz:
-Ha llegado. Vas a tener que matarme. Déjame morir y en cuanto se levante el cuerpo, mátalo. Es bueno que mi heredero también herede los recuerdos de este momento. Así podrá estar prevenido cuando le llegue el turno, igual que yo lo reconocí por mi antecesor.
-No... ¡No te vayas, por favor!
-Es la hora... Puedo percibirlo todo. Puedo sentir tu corazón, Luz. Y también que nuestro amigo está en problemas. Se está muriendo. Vas a tener que arrastrar mi difunto cuerpo hasta la cabina del piloto, pero ten cuidado. Allí hay un romicks intentando apoderarse de Élgrabas, aunque puede que yo... sí. Ya está. Ya no hay romicks. También había uno en ese pasillo... pero ya no podrá continuar informando a su jefe... Le ha avisado de mi explosión. Ahora mismo deben creer que estás sola, Luz, que Sacrificio ha muerto y su heredero también... Puedo sentirlo todo... La nave pirata que nos ha asaltado está vacía. La tripulación la componían estos cinco... Me quedan dos segundos, pero aún puedo...
***
Recuerdos robados, sueños difusos, un fuego que invade el cuerpo... Sacrifico XIII despertó sabiendo que su destino era la muerte, como el de su predecesor. Había estado a punto de fallecer, pero alguien o algo le había salvado la vida en el último instante, una especie de fuerza espectral, inefable. Luego había llegado Luz Oscura, esa hermosa mujer de la que sabía que terminaría enamorándose dolorosamente (igual que lo hizo su anterior de la anterior), y le había agarrado la mano produciéndole un inmenso daño. Él se había desmayado siendo humano. Despertó siendo un nargrs.
miércoles, 19 de agosto de 2009
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