El látigo le desangra
y tus silencios lo permiten.
Escarlata escorrentía resbala
entre dedos que dirigen
una aguja al coser
balones que nunca pateará.
No llegará a crecer,
siendo niño morirá.
Tú comprarás el balón,
el que él cosió.
Tu hijo será el jugón
que la pelota recibió.
Tu hijo no sabrá,
nunca se lo dirás,
que su hermano murió
al coser ese balón.
Será él su asesino
porque a su hermano no amaste,
porque a tu hijo su sangre regalaste.
¿De verdad le has querido?
viernes, 31 de julio de 2009
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