viernes, 31 de julio de 2009

Iqbal

Iqbal ¿qué edad tenías?
Quisiera encerrar tu esencia en versos,
pero el martirio te hace tan inmenso
que sostenerte entre rimas fútiles no puedo,
juegos vacuos y demás ornamentos...
No cabrías ni en cien sonetos.
Tu imagen me avergüenza ante el espejo.
Te mataron por mi culpa, por mi gran culpa.
Ruégale a Cristo, a tu vera sin duda,
que no me consienta una boca muda.
.
Tú diste la vida, siendo un niño.
A mi me dicen adulto y el miedo me vence.
Tú diste tu vida siendo un niño.
Yo sé de infantes esclavos,
que no dejan de ser hermanos
y no lucho lo suficiente.
Tu diste tu vida siendo un niño.
Yo ya he crecido y sigo vivo.
No lucho lo suficiente...

En días que lo veo todo oscuro
recuerdo tu esperanza infantil.
Es difícil luchar en este lado del mundo:
Cero conciencias, riquezas mil.

Iqbal, tu nombre suena a esperanza,
a luz de luna que en la noche luce
y basta hacer remembranza
para alumbrar el camino del que luche
por aquella ciega de la balanza.

¡Creo en un mundo sin esclavos!
-Nos clama tu historia, tu vida-
¡Un mundo de hombres hermanos
sin sangre humana vertida
por capricho y con engaño!

Has sembrado paz entre las armas
del dinero, las modas, las avaricias,
las apariencias, los anuncios y lo falso.
¡Concede que mi cabeza valga,
si lo pide la justicia,
ser cortada de tajo!

No más miedos Iqbal,
no me lo permitas.
Tú moriste asesinado,
¡hónrame con ser tu hermano!

Al final, entre versos te encerré,
hasta en eso traicionado.
Perdóname, Iqbal, perdóname.

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