jueves, 30 de julio de 2009
Infalible
Ocurrió que esperando el ascensor estábamos ocho o nueve personas. Cuando llegó, dejé pasar a los demás con la intención de entrar el último. Resulta que aunque no había en el grupo nadie especialmente grueso, me quedé sin sitio y tuve que esperar al siguiente viaje. En otras palabras: Con siete u ocho ocupantes, el ascensor se llenó.
Mientras esperaba vino un matrimonio escoltado por sus hijos. El mayor era un niño de unos nueve o diez años, delgado y de amplios ojos. Esta vez sí pude entrar. Mientras subíamos el niño leyó el cartel en el que ponía que la capacidad del ascensor era de doce personas. Se giró, contó cuántos éramos, calculó el espacio y dijo en voz alta:
-Aquí no caben doce personas.
-Dependerá del tamaño que tengan – contestó, jocoso, el padre.
-Pero aquí – insistió el niño – dice que caben doce personas.
Supongo que el padre era hombre de leyes, pues la respuesta dogmática que le dio a su primogénito fue clara, tajante. Declamando con seguridad, como aquel que ha llegado a una conclusión inequívoca, como quien tiene una prueba irrefutable, aseveró:
-Pues si pone que caben doce personas, es que caben doce personas.
El niño, como era de esperar, ante la seguridad con que le adoctrinó el progenitor, hizo acto de fe, dejó de pensar con cabeza propia, y aceptó la lógica infalible de su padre.
Etiquetas:
Relatos del PEL
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario