NOTA: Andrés Pons me propuso como reto que escribiera un relato ultraviolento y este fue el resultado.
Manolo era un adolescente miope con sobrepeso, enamorado platónicamente de Beatriz, su compañera de clase. Beatriz era bastante guapa y extrovertida, y sacaba muy buenas notas. Además, su natural simpatía hacía que todos le tuvieran gran estima. Lo contrario que Manolo.
Un día Manolo reunió fuerzas para escribirle una carta de amor y, envalentonado, la dejó con disimulo, al entrar en clase, en el pupitre de la chica. Cuando esta se encontró la nota, la leyó y no pudo contener la risa. Seguidamente se la pasó a un chico que se sentaba a su lado, un chaval bien parecido, que aprovechó aquello para burlarse de Manolo. Poniéndose en pie junto a la mesa del profesor, la leyó en voz alta y finalizó diciendo:
-Esta mierda tan cursi se la ha escrito a Bea... Manolo el gafas. ¡Uh! Manolo, qué romántico... Ja, ja, ja...
Todo el mundo se giró y miró al muchacho, que se encogía en su asiento, avergonzado. Manolo cruzó los brazos sobre el pupitre y escondió la cabeza, llorando amargamente.
Alguien se detuvo a su lado. Manolo alzó la vista y vio el rostro de Beatriz. Parecía furiosa. Tenía nuevamente la nota en su mano.
-Como me vuelvas a poner en ridículo, haré que te la tragues. ¿Qué es lo que pretendía una foca cuatro-ojos como tú?
Dejó la hoja con un golpe seco sobre el tablero del pupitre y fue hacia su grupo de amigos habituales, los cuales miraban a Manolo de cuando en cuando y reían sin disimulo.
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